Hallan numerosa ofrenda de cráneos en el Templo Mayor

CIUDAD DE MÉXICO, 5 de octubre.- Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron un conjunto de 45 cráneos humanos y alrededor de 250 mandíbulas inferiores, en las cercanías de un edificio ceremonial que formaba parte del Recinto Sagrado de Tenochtitlan.

El hallazgo, que se estima tiene poco más de 500 años de antigüedad, representa el depósito más numeroso de calaveras hasta el momento hallado en la Zona Arqueológica de Templo Mayor, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

“Los cráneos eran utilizados por los antiguos mexicas como elementos de consagración o de clausura de espacios arquitectónicos, y para rituales vinculados al culto a Mictlantecuhtli, dios de la muerte, por lo que quizá se trata de una ofrenda que sirvió para clausurar alguna edificación prehispánica”, informó el arqueólogo Raúl Barrera Rodríguez, responsable del Programa de Arqueología Urbana (PAU) del INAH.

El depósito de cráneos, explicó el investigador, se halló en la parte posterior de la estructura denominada cuauhxicalco —descubierta en 2011—, debajo del cual también se encontró una piedra de sacrificios, la segunda que se localiza en el sitio en los últimos 20 años, y que posiblemente corresponda a la etapa constructiva II del Templo Mayor (1375-1427).

El arqueólogo Barrera Rodríguez destacó que debajo de la piedra sacrificial se descubrieron otros cinco cráneos fragmentados y que tienen un orificio a la altura del parietal, lo que hace suponer que quizá, en algún momento, formaron parte de un tzompantli (monumento donde se exponían las calaveras de sacrificados) del Recinto Sagrado de Tenochtitlan.

“Es posible que algunos de los 45 cráneos que se encontraban por encima de la piedra de sacrificios, hayan sido manipulados con la intención de elaborar ‘máscaras-cráneo’ que nunca fueron concluidas, sólo son preformas, lo cual se infiere a partir de las huellas de corte que presentan”, consideró el arqueólogo del INAH.

Las máscaras-cráneo se caracterizan por ser caretas hechas con el frente de las calaveras humanas, y en ciertos casos eran adornadas con aplicaciones de piedra verde para simular los ojos, o se acompañaban con collares de caracol, cascabeles y cuchillos de obsidiana.

El arqueólogo Barrera Rodríguez consideró que la mayoría de las calaveras, que posiblemente fueron exhumadas, corresponden a mujeres y hombres que tenían entre 20 y 35 años de edad al momento de morir, lo cual se confirmará con estudios posteriores.

Raúl Barrera puntualizó que las investigaciones sobre la segunda ofrenda (integrada por la piedra de sacrificio y los cinco cráneos con orificios) continuarán para profundizar, más adelante, en el significado y simbolismo de los materiales que la integran.

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